miércoles, 10 de junio de 2009

La consulta previa como solución

Por: Francisco Miró Quesada Director de "El Comercio"
Imagínese usted que un tractor derrumba la pared de su casa, ingresan unos trabajadores con taladros, lampas y picos, empiezan luego a cavar en su jardín, porque el dueño de una empresa ha dicho que existe petróleo y que ha ingresado, sin consultarle a usted, que es el dueño, porque tiene orden de la autoridad municipal.Desde luego usted protestaría, llamaría a su abogado, demandaría a la empresa por el abuso, igualmente al alcalde por haber autorizado dicho abuso, lo llevaría todo hasta los tribunales, e incluso llamaría a la policía para que desaloje a los invasores.
Por lo general, y digo por lo general porque en Lima también suceden cosas extrañas, es decir, reñidas con la moral y la ley, cuando alguien quiere ingresar a su casa, primero le pide permiso, luego le consulta si puede hacer uso de su jardín, o en todo caso, le propone comprarle la casa, pero le consulta. Y le consulta porque usted posee su casa, es propietario, porque la heredó o la compró, o construyó en un terreno que es suyo.
No importa la causa, la razón, pero lo más importante es que el interesado le ha consultado y, por eso, usted se siente una persona respetada, todo un ciudadano. Esa misma sensación de propiedad, de posesión de la tierra, la tienen muchas comunidades de la selva. Tienen derecho sobre sus territorios. Para los pueblos de la Amazonía su tierra y su ambiente lo es todo. Es su casa, su gran casa, como es nuestra casa que compartimos en familia, es nuestro mundo. ¿Acaso cuando un medio de comunicación es intervenido por el Estado no protestamos, porque es un atentado a la libertad de expresión y de propiedad? Igualmente, ellos cuando son “invadidos” por una empresa que va a invertir con autorización del Estado también sienten que han atentado en contra de su libertad y su ambiente, que lo es todo. Entonces se ponen en guardia y con justa razón, más allá de lo que sostenga el Convenio 169 de la OIT, piden que se les consulte. Para comprender a nuestros hermanos hay que ponerse en su caso, entonces por unos minutos, aunque sea por unos segundos, pongámonos en el caso de las comunidades de nuestra “montaña”.
El Gobierno, los inversionistas, no se han puesto en el caso de ellos, porque al parecer no les interesa lo que piensan y sienten. La vida de un solo peruano, sí de uno solo, vale más que miles o millones de pozos petroleros juntos, vale más que miles de millones de aserraderos juntos, con el agravante de que si no se toman las medidas del caso, la tierra será contaminada, devastada, lo que significa también muerte. Matamos la vida de nuestros hermanos porque no los comprendemos, matamos la vida de la naturaleza que es el sustento de nuestros hermanos. Al fin le matamos todo, su hábitat y su razón de ser. Para los que han tolerado esto, sabiendo por informes de inteligencia que se pudieron tomar medidas con anticipación para evitar el derramamiento de sangre, mi más enérgica condena y rechazo por su indiferencia, soberbia y afán de poder. No sé que esperan para dimitir, es un asunto de responsabilidad y de moral pública.
El Gobierno debió proceder a la consulta y estoy seguro de que de haberse realizado, tendríamos la situación definida y concluida, o al menos habríamos sabido cómo actuar. La democracia funciona con métodos democráticos, como la consulta previa. También el Congreso pudo resolver el asunto y no hacer esa triquiñuela, que como no llegaron los humalistas, que también tienen responsabilidad en el caso, no se debatió el consabido decreto legislativo de marras, argumentando criterios reglamentarios, cuando la vida de las personas estaba en juego, que ni siquiera son procedimientos, solo cuestión “de orden”. Debieron esperar y entrar al debate.
En conclusión, el Gobierno debió consultar y el Congreso debatir, no ahora a caballo en plena crisis, sino hace meses. El Ministerio del Interior pudo proceder con oportunidad y celeridad ante el informe de inteligencia y la oposición, en especial el señor Alberto Pizango, debió promover el diálogo con las autoridades, no llamar a la insurgencia, sino al diálogo, al entendimiento para encontrar una salida justa, conversada y democrática, por el bien de todos los pueblos amazónicos y del Perú. Claro que hay responsables y deben dar explicaciones al país por lo sucedido, porque nos duelen las muertes de policías y de civiles. Y si no quieren rendir cuentas, porque en el Perú no existe esta sana costumbre, ni para lo más mínimo, como que un alcalde les explique a los vecinos qué uso le da a lo que recauda, no importa, la historia los juzgará. El dinero y los intereses creados no valen nada ante la vida. Que todo este lamentable y desgarrador conflicto nos sirva de ejemplo para integrar al Perú, para vernos entre iguales y no como ahora que continúa la discriminación y el racismo. Para construir una nación que se entienda y se conciba pluriétnica, multicultural, plurilingüística. En donde lo humano, todo lo humano, sea el gran valor y el motivo de nuestro destino como nación.
Y pensar que si se hubiera consultado la historia habría sido diferente.

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